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Los ángeles no pertenecen a ninguna religión. Aman, protegen y guían a todos los seres humanos por igual.

Los ángeles, en su calidad de seres espirituales servidores de Dios, La Fuente, El Todo, han sido intermediarios entre los humanos y Dios desde el mismo inicio de la humanidad. En las religiones abrahámicas, el judaísmo, el cristianismo y el islam, se hace clara mención de los ángeles y los representan como seres con cuerpo humano y alas, hermosos y brillantes. Sin embargo si se explora otras creencias religiosas mucho más antiguas, se pueden encontrar seres alados cuya función era traer a los humanos una conexión más profunda con el mundo espiritual.

Por ejemplo, en Europa noroccidental encontramos la religión celta, la cual se desarrolló durante la edad de hierro. No se tiene mucha información con respecto a los celtas, pues con la llegada del Imperio Romano se perdió mucho de los fundamentos de ésta ideología. Sin embargo, aun hoy se celebran algunas ceremonias de origen celta, pues la magia y la relevancia que le daban a la naturaleza, sumado a personajes famosos como el Rey Arturo y el mago Merlín,  ha llamado la atención de muchas personas a lo largo del tiempo. Por ejemplo la celebración del Halloween es un legado celta.  En cuanto a los ángeles, los celtas tenían certeza sobre la presencia de anamchara, que se traduce como  ángel o amigo del alma. Anamchara acompañaba y protegía a las personas y también las guiaba para su desarrollo espiritual.  Los anamchairde (plural de Anamchara) también se clasificaban de acuerdo a su rango. Los más altos estaban en constante unión con Dios – La Divinidad. En otro rango más bajo se encuentras las hadas, ángeles celtas que habitan los ríos, cuevas y bosques y que procuran la armonía entre los seres humanos y la naturaleza.

Contactar con las hadas es posible. Cuando tengas la oportunidad de ir a un lugar en medio de la naturaleza relájate y siente la energía del sitio. Escucha el viento, los pájaros… huele la vegetación… siente el sol o el frío en tu piel. Piensa en algo que te genere felicidad. Lleva las manos a tu corazón y permite que el amor te envuelva como un espiral. Luego imagina, piensa, o siente que el espiral se hace más grande y envuelve todo el espacio. Pide conectar con la magia, con las hadas, con la sabiduría de la Madre Naturaleza. Relájate. Disfruta el momento. Permanece así tanto tiempo como tu lo desees. Por último toma varias respiraciones profundas y vuelve al aquí y al ahora.

Cuéntame de tus experiencias con las hadas!

Adriana Sierra Serrano