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Anoche perdí el control con mi hija. Empezó por un asunto sin importancia, y fue escalonando en agresividad e intolerancia. Al final me dio mareo y tuve que sentarme en el piso y me cogí la cabeza. ¿Qué me paso? Yo que trabajo con ángeles y energía, ¿cómo no pude manejar mejor la situación? Sí, mi hija fue grosera, me gritó y me pegó. Pero no tengo justificación para haber actuado igual que ella. Finalmente yo soy el adulto y yo soy la que ha escogido seguir un camino de amor y paz para mi vida.

Por fortuna me dio mareo, o sino no sé cómo hubiera seguido la situación. Cuando paré y me tiré al piso, mi hija automáticamente dejo de gritar y hubo un silencio sepulcral. La abracé y le pedí perdón. También me pedí perdón por haber permitido que perdiera mi paz. También le pedí perdón a Dios por haberlo olvidado en ese momento de ira.

Me sentí tan frustrada. Llevo mucho tiempo trabajando en mí, en ser cada día más consiente de mis pensamientos, mis palabras y mis actos. Sin embargo en un segundo perdí el control.

Lo que te quiero decir con esto es que el camino espiritual es de bajadas y subidas. Nosotros por naturaleza estamos acostumbrados a defendernos y atacar si nos vemos amenazados. Y en un momento de ira podemos llegar a convertirnos en un monstruo.

Luego del desastre hablé con mi hija y reflexionamos acerca de lo sucedido. Después recurrí a una de mis guías espirituales (una amiga del alma). Esto me ayudó a desahogarme y liberar la tristeza y arrepentimiento que llevaba en mi pecho. Pude entender que todo son aprendizajes, no solo para nosotros mismos, sino también para quienes nos rodean. En mi caso mi hija. ¿Cómo elegimos aprender? Esa es nuestra decisión. Desde mi experiencia te digo que evites actuar en un estado de ira, pues la agresión trae más agresión. Hay muchos medios que podemos usar para dar a entender lo que queremos.

Si constantemente vives situaciones donde pierdes el control, ¡te felicito! ya has dado el primer paso: darte cuenta de tus reacciones. Ahora el siguiente paso es adelantarte a tu reacción habitual y crear un plan de contención. Ejemplo, cuando observes que estás perdiendo el control, practica algo de lo siguiente: caminar, tomar aire, respirar profundo, llamar a tus ángeles de la guarda, llamar a los ángeles de la persona con la cual estas contrariada, después cuenta hasta diez vuelve a escena y trata de nuevo. Si vuelves a perder el control, no te preocupes. A todos nos pasa. Es una maestría controlar nuestras reacciones y tienes toda la existencia para lograrlo. Lo importante es que te propongas a no perder tu paz por nada ni por nadie.